Otro día más en mi navegar.
Aún no amanece, el viento comienza a soplar empujando mi barco a través del oscuro océano, que se abre ante mí en todas direcciones.
No puedo dormir, permanezco mirando como el cielo comienza a aclararse.
Esta noche tuve un sueño.
Soñé que nunca surqué el mar, soñé que nunca dejé aquella casita en la costa donde solía habitar. Soñé con fina arena, con escarpadas rocas. Soñé con un mercado, con fruta y con pescado. Soñé con una taberna a cuyos clientes les corría alcohol por las venas.
Soñé con un rostro de pália tez, ojos aceituna y cabellos del color del atardecer. Soñé con sus labios carnosos, curvados en una sonrisa. Soñé con un vestido blanco que cubría tu cuerpo, soñé con el recuerdo de un verano que hacía años pasé.
Soñé que soñaba que todo aquello era mío, soñé que soñaba que tenía una vida en tierra.
El sol irrumpe en el cielo volviéndo más claro el basto océano.
Soñé que soñaba que en tierra me quedé.
Pero gracias al mar... me desperté...
lunes, 19 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me pregunto si la hermosa inmensidad del mar compensaría tantas cosas perdidas.
ResponderEliminarSupongo que si, me gusta mucho como escribes.