viernes, 3 de julio de 2009

MoonLight Shadow

La quietud de la noche se ve interrumpida por las lejanas caricias de las olas del mar y el incesante rasguido del velamen empujado por la leve brisa nocturna.
Lejos de la comodidad de mi camarote, más tranquilo me puedo sentir arriba del todo del mástil central. En la cofa del vigía.
Hay luna menguante... Menguante como mi alegría y mi espíritu presente.
Brilla desafiando a la oscuridad de la noche que lo cubre todo con su manto, el océano y el horizonte.
Pero su luz no consigue bañarme pues hace ya tiempo que no puedo mirar a la dama plateada sin que sienta ese frío helador en su presencia.
La sombra de la luna.
Donde hay luz, hay sombra.
Y yo me oculto allí, en la sombra que da la luz de esa triste y hermosa luna. Quiero que su luz me bañe, quiero brillar tanto o más que ella, ser tan especial y que todo el mundo se sienta tranquilo al mirarme... Pero es imposible para alguien que ha sido condenado a vagar tras la sombra de aquella que promete cuidado y bondad, y que al final te envuelve en su oscuro manto para que ella sólo pueda brillar.
Cuándo fue el momento en que mi barco pasó a navegar por los dominios de la luz de la luna... y cuándo fue el momento en que me encerró en su siniestra sombra eterna...

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